18/04/2024

Jorge Lanata, Martín Caparrós y el ex secretario de Cultura de la ciudad, Gustavo López

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Gustavo Lopez
Gustavo Lopez

L.G. ¿Cómo y desde cuándo nació tu amor hacia la política y lo público? ¿De qué forma empezó tu relación con la política? ¿Cuándo te afiliaste a la U.C.R.?
Gustavo López: “En el colegio secundario nació mi amor por la política. Fui al Nacional Buenos Aires, ingresé en el año ´70 en un momento especial ya que, si bien transcurría la dictadura del general Onganía, ya en esos primeros meses existía en el colegio una movida política importante en el marco de una época muy convulsionada. Digamos que mi interés por la política nació a los pocos meses de haber entrado al colegio secundario y concreté mi participación en el radicalismo después de las elecciones de marzo del ´73. Todavía era menor de edad pero, sin embargo y al no poder afiliarme al partido por esa razón, creamos, junto con algunos compañeros, la agrupación estudiantil pertinente en el colegio. Fue después de la asunción de Cámpora y antes de la destitución en Chile de Salvador Allende. En ese período nació nuestra agrupación que, aunque todavía no se llamaba Franja Morada, tenía ese germen junto con socialistas y con la base de la juventud radical y revolucionaria de aquel entonces”.

En el Nacional Buenos Aires fuiste compañero de Aníbal Ibarra…
“El era un año más chico pero nos conocimos allí. También Aníbal era un militante activo en la FEDE. Cuando yo comencé a militar en el ´73 uno creía que podía cambiar el mundo ya que formábamos parte de las juventudes políticas aunque no estábamos de acuerdo con la lucha armada. Queríamos la transformación por la vía pacífica y, de hecho, Salvador Allende, era nuestro ídolo a imitar ya que era quien había podido empezar a transformar a Chile a través de la democracia. Creíamos en la democracia. La militancia duró hasta 1976”.

¿Por razones obvias ese año se cortó todo?
“Sí. Allí corte la militante activa hasta 1980 por esas razones pero ese año me reencontré con mis viejos compañeros y empezamos a participar de la recordada multipartidaria, de la guerra de Malvinas y de la caída de la dictadura. Así volvimos a la democracia en medio de las revueltas de aquel entonces. Hacia fines del ´82, cuando se reabre la afiliación a los partidos políticos, y luego de 10 años de militancia radical, finalmente sí me afilié al partido radical. Allí participé activamente durante muchos años: fui tres veces convencional, delegado del comité de la Capital Federal, etc. Pero me alejé de la militancia activa después del famoso Pacto de Olivos. Sin embargo, no dejé de hacer política pero, por esa razón, dentro de otros medios, por ejemplo, con el periodismo. En 1990 fui secretario general de la Universidad de Buenos Aires hasta 1994”.

A propósito del cargo que acabas de mencionar ¿cómo observas a la universidad pública hoy y a la educación pública en general? ¿La educación pública sigue manteniendo un estatus de calidad por sobre la privada o ésta ya la niveló?
“En líneas general la UBA sigue manteniendo un status superior aunque hay algunas universidades privadas que tienen un nivel de excelencia. Otras no. Algunas privadas como la Di Tella invierten dinero y tiempo en investigación y desarrollo dentro de eso que conocemos que ciencias sociales. La universidad pública sigue siendo una buena universidad pero ha caído mucho en los últimos años. En ciencias duras, la UBA, sigue siendo lo más importante de América Latina pero cada año que pasa retrocedemos un paso. En la década del ´90, además de ser años nefastos para el país, la educación sufrió en carne propia el neoliberalismo ya que los sueldos se retrasaron inmensamente y, con ello, la universidad cayó su nivel al contar con profesores que ganan 400 pesos por mes”.

Anteriormente mencionabas tu vinculación con los medios de comunicación. Cambiando de tema, ¿cuáles crees que son los vicios del periodismo argentino?
“Hay un vicio que es primordial y es ético. Están los periodistas que se venden y los que no. Estos últimos no importan lo que piensan sino que dicen lo que creen que deben decir según como interpretan los hechos. Hay otros que se venden al que le ponga mayor pauta publicitaria. A esos los dejo de lado. Ahora bien, los éticamente correctos o los no corruptos, me parece que en algún momento han ocupado un lugar importante y, hasta que no correspondía, que es lugar de la justicia. Cuando el periodista se convierte en juez o en fiscal lo hace por necesidad. Ahora cuando uno se la cree, equivoca el rol…”

El periodista estrella…
“Claro. Durante los años ´90 Página 12 necesitó denunciar porque la justicia no actuaba. Luego, creo que cada uno debe saber qué lugar ocupa en la sociedad y ayudar a construir esa sociedad. Esa es la crítica más grande que le hago a muchos periodistas porque piensan que es más importante su persona que el papel de lo colectivo, de lo social. Igualmente quiero rescatar el papel que le tocó al periodismo argentino durante tantos años porque cuando se cerraban distintos canales de participación, los medios estaban ahí. Pero falta crear conciencia cívica o construcción de ciudadanía, y eso, no ocurre muy seguido”.

A propósito de las denuncias y el periodismo, tema que mencionabas recurrentemente. En este momento que nos toca vivir, en estos años K, ¿el periodismo de investigación ha muerto? ¿O será que no hay más corrupción?
“No. No a ambas cuestiones. Sigue habiendo corrupción pero se presenta de una manera no tan brutal. Se puede hacer periodismo de investigación pero no sobre casos de corrupción. Durante los años ´80 había un periodista que escribía en la revista “Humor” –Ruiz Núñez-, como Rodolfo Walsh u Horacio Verbitsky –que lo fue, ahora es un lobista de determinados intereses del gobierno-, Daniel Santoro o Raúl Colman, aunque haga policiales… No, en fin, el periodismo de investigación no ha muerto, lo que sí volvió a sus cauces normales ya que en los ´90 el periodismo de investigación sólo se relacionaba con casos de corrupción”.
 
¿Cómo crees que es la relación de la política con los medios y cómo observas el proceso de los políticos en la televisión en donde prima un discurso puramente mercantil, publicitario y efímero? (la era del slogan)
“Creo que la televisión y la política tiene que tener una relación previa que es ordenar legalmente la cuestión de los medios en la Argentina. La política se hace la distraída con respecto a la regulación de los medios porque no entiende nada. Nada. Lo digo con autoridad porque estudie y estuve en el tema, por mi participación en el COMFER, con pares de todas partes del mundo intercambiando opiniones y experiencias y elaboré un proyecto de radiodifusión; y la política, en otros países, se mete con los medios pero en una regulación democrática estableciendo ese tipo de reglas: democráticas. Acá eso no sucede. Cuando están en el poder los intentan comprar dándole más años de licencia (10 más al grupo Clarín con su canal), se sacan o le ponen una ley según su conveniencia, y eso atenta contra la democracia en el sistema de medios. Pero regular desde la democracia no significa borrar o querer cambiar opiniones. Me parece que desde el vamos no hay una relación adulta y los medios tampoco tienen ni quieren esa relación ya que se han convertido en un factor importante de poder, pero no de poder democrático. Entonces un periodista cree que te puede destruir porque sí desde cualquier atril y la política hace lo suficiente para que los destruya. Le reclamaría a la política una relación más adulta ya que los medios deberían ser un lugar para difundir ideas y debatirlas mientras que se tendría que trabajar mejor en su regulación”.

¿Qué pensas de las vastas denuncias que recibe el gobierno de Kirchner sobre la falta de libertad de prensa, persecución política (caso director de Noticias: Fontevecchia), las listas negras de Pepe Eliaschev y el famoso manejo de la pauta publicitaria? ¿Es una relación adolescente?
“Lo ideal sería tener en todos los campos marcos regulatorios democráticos. El Estado regula el contenido de los medios por la pauta publicitaria. Eso debería ser de una forma clara y sin importar el gobierno de turno. Me parece que es antidemocrático regular los contenidos y los discursos por las pautas. Este gobierno se equivoca al hacerlo porque, por ejemplo, la revista “Noticias” es una revista más, no es el paladín de la democracia ni de la justicia, pero, al no darle pauta publicitaria, el gobierno la convierte en un mártir y está mal que el Estado tenga pautas poco claras de distribución que deberían tener que ver con las posibilidades económicas del medio, número de ejemplares, el derecho a la igualdad, la inserción en la sociedad, etc. Las publicaciones chicas, en otros países, es el propio Estado quien le provee el papel prensa para una mayor equidad. Pero estas reglas tienen que estar desde antes de que comience la relación. Pero ni los medios ni la política quieren eso porque ambos tienen la relación de manejar al otro sector. La regulación debe existir para poder vivir”.

Los medios siempre quedan y los políticos, aunque tampoco cambian todo el tiempo, se van reciclando pero pasan al final…
“Sí. Cada vez que viene un funcionario y se sienta a negociar con alguien de un grupo. Y ese alguien de ese grupo es el mismo alguien que estuvo con el gobierno anterior, y el anterior, y el anterior, y con la dictadura, y con cualquier funcionario de turno.”

Por tu experiencia al frente del COMFER, ¿la TV tiene límites? ¿Ostenta contra la libertad de prensa regular sus contenidos?
“Sí, tiene que tener límites pero sólo en referencia con la protección del menor. Esto es una opinión personal. Todo el resto es responsabilidad del emisor por la libertad de expresión. Tampoco no deberían hacerse sanciones antes, sí después. Con el derecho de la protección al menor, me refiero a que si se violase, estarían en disputa dos derechos: expresarse y el del menor que está amparado por la convención internacional que no tiene por qué ser afectado por un uso horario”.

L.G. Gustavo López recuerda que ingresó en la política y en la “cosa” pública en busca del “hombre nuevo” y de una verdadera democracia social. Habla de su amigo Aníbal Ibarra, explica las causas de la tragedia de Cromañón, comenta su perspectiva sobre las elecciones del 3 de junio en la Capital Federal, critica al gobierno radical de Fernando De la Rúa por ir contra la libertad de expresión, recuerda cuándo apoyó la polémica exposición de arte de León Ferrari y termina un café frío luego de una hora larga en que contestó todas las preguntas y más. Dos semanas después, llueve sobre Buenos Aires –lluvia, el peor enemigo del candidato Jorge Telerman, dice la voz popular- y la Rural está llena de visitantes y libros. Feria del Libro en la ciudad con cientos de hombres y mujeres de las letras y la cultura exponiendo sus ideas, recuerdos y teorías. Jorge Lanata y Martín Caparrós polemizan sobre los posibles cruces entre la literatura y el periodismo.

 

Jorge Lanata
Jorge Lanata

Jorge Lanata: “Las fronteras entre periodismo y literatura son móviles. Realmente no me parece que sea un asunto de fondo sino que, tanto el periodismo como la literatura, son distintas maneras de abordar partes de la verdad. En ese sentido, si entendemos a la literatura como belleza, la belleza también es una parte de la verdad. ¿Qué dicen algunas personas de las letras? Me encontré con que Alberto Moravia decía que todo escritor contemporáneo debe pasar por el periodismo o que el escritor mexicano, Salvador Novo, decía: “no se puede alternar la maternidad, que es la literatura, con el ejercicio de la prostitución, que es el periodismo”. Octavio Paz, decía hace dos siglos que el periodismo, al igual que la poesía, son géneros literarios cada uno regidos por sus propias normas y estéticas. Alguien dijo que la buena poesía moderna está impregnada de periodismo. Para otros, la diferencia entre la literatura y el periodismo es simplemente el tiempo: el periodista trabaja en caliente cuando los hechos acaban de suceder o están sucediendo. ¿Quién fundó el periodismo en Guatemala sino fue el escritor Rubén Darío? ¿Quién fue Miguel Ángel Asturias sino un periodista y un poeta? Tengo 3 millones de ejemplos de periodistas y escritores… Tom Wolfe, Hemingway, John Dos Pasos, García Márquez, Truman Capote, ¿La Odisea no es una mezcla de ambas? ¿El Mío Cid? ¿Los floristas de Indias son periodistas o literatura? Insisto, son puntos de vista. Descreo de los géneros. Todos estos puntos de vista tratan y trataron de acercarse a una verdad y por ello son legítimos. Es cierto que el mito constante del periodista es, ¡qué lindo sería comprarme una casita en la playa y escribir un libro! Pero, sabes qué… cuando llegas a la playa y están tranquilos, no escribís nada. Necesitamos tener algo para decir, ahora, ¿cómo lo decimos? No es tan importante. Es cierto lo que decía Jorge Luis Borges: “en la vida escribimos siempre sobre lo mismo”. Uno tiene uno, dos, tres temas de qué hablar y escribir y después se repite”.

Martin Caparrós
Martin Caparros

Martín Caparrós: “A mí me preocupa que los medios gráficos cada vez más se orientan a ese ente monstruoso que lo llaman “el lector no habitual de la lectura”. ¿Y cómo es un lector que no lee más que un ente monstruoso? ¿No es una contradicción? Por eso nos ponen en las páginas de los diarios dibujos, infografías, cuadros, fotos y estadísticas. No lecturas aquí y allá. Eso es confuso para mí ya que yo pensaba que el lector era aquel que leía y cuando hay que escribir para lectores que no leen… la cosa se complica demasiado. Entonces pareciese como que, en la Argentina, la crónica sería aquello que no hay. Que no existe porque los editores tienen miedo y piensan que los lectores son tontos y son incapaces de leer más de 4 páginas interesantes. La crónica es el lugar donde trabaja la palabra pero los editores de los diarios creen que la literatura no es una forma útil de contar el mundo; por eso ponen tantas infografías, fotos y demás. Ellos dicen que así dan una sensación de inmediatez y verosimilitud porque la palabra no muestra –olvidando que la palabra construye, reflexiona y desgasta a las mentiras-. La crónica también está dejada de lado en la Argentina porque contaba aquello de lo que hoy se considera que no es noticia. Aquí solo se considera a la noticia como aquello que le pasa a los ricos, o a los famosos, o a los ricos y famosos –que es doblemente noticia-. Esto no es ingenuo sino que construye una idea del mundo que nos enseña que lo importante es aquello que le pasa a los poderosos del mundo. Los que no tienen poder, para salir en los diarios, necesitan pasar por el filtro de la catástrofe: matar a su esposa, que los pise un tren, que los maten en un asalto… Así las noticias dicen que el mundo tiene un orden y en ese orden informativo, los poderosos importan y el resto, no. La crónica sale de ese orden porque cuenta cosas que no salen en las tapas de los diarios. Cuenta cosas que ya no se miran, cosas cotidianas como contar la manzana de mi casa –que es lo más difícil de contar porque es lo que supuestamente se conoce-. Encontrar en lo común, algo digno de ser contado y que una gota de agua- el lector- vea y lea lo que tantas otras gotas de agua consideren que es común pero único. Encontrar en lo habitual, lo extraordinario”.

Lanata: “Estamos en un momento en que en los medios hay mucha corrupción, en que todo se firma –falta que se firmen los epígrafes-, y en que se escribe mal porque es funcional. Una nota bien escrita, se entiende. Una mal escrita, no. Y quieren que no se entienda nada. Con la crisis económica se prostituyó la profesión de periodista, o sea, tipos que hacen prensa y a la vez son periodistas, tipos que son jefe de prensa de un diputado y son periodistas importantes de un matutino. Eso de que la gente no pueda vivir de un solo laburo, hizo que el nivel profesional fuera cayendo. Se perdió el orgullo profesional. A mí me gustaba decirle a alguien: “¡mira lo que escribí! ¡Léelo!” Eso ya no existe. La gente ahora quiere ser famosa. No quiere ser un periodista famoso. Sino ser famoso y si voy yo ahora y le tiro un tiro al Papa, voy a ser famoso. Ojo, no quiero hacer apología del delito. Igual, para ser famoso alcanza con ir a Gran Hermano o ir a bailar con Tinelli y ya está”.

Caparrós: “Convengamos que para intentar matar al Papa, hay que tener un poquito más de valor y coraje –más habilidad- que los que están en Gran Hermano…”

Lanata: “Nos hemos quedado con la cáscara del periodismo. Perdimos el contenido. Y en eso tiene que ver las facultades que forman buenos críticos y malos realizadores. Te destrozan lo que haces pero si les decís que escriban, no pueden ni escribir su nombre”.

L.G. Cuando lo único que hace la televisión es hablar de un baile y de un grupo de entes encerrados en una casa. Cuando el periodismo político de opinión dice lo obvio o habla de esas mismas cosas o retroalimenta el show televisivo. Cuando la investigación en el  periodismo se ocupa únicamente de lo marginal y cuando un gobierno se parece más a la familia García Belsunce que a la familia Ingalls. Es en ese momento en que todo resulta obvio aunque nadie lo diga: unos como otros ocultan no mostrando, conspiran inventando operaciones de prensa y censurando a los arriba pensantes. Entonces ¿cómo se puede citar una y otra vez a los ´90 como todo lo que no se quiere repetir cuando los ´90 todavía no se fueron? 

* Redacción Alerta Militante

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