HIGH SCHOOL MUSICAL
Los otros chicos íbamos a escuelas parroquiales o del estado. Mi mundo se agrandó mucho en la escuela secundaria. Tomé nota de proyectos educativos modernos, surgidos como respuesta a la rigidez del sistema estatal, que brindaban una formación menos autoritaria.
En los 90, la educación privada ganó terreno en la mente de los ciudadanos. El virus del éxito rápido y fácil produjo una pandemia. Los guardapolvos blancos eran el estado, la burocracia, falta de infraestructura, maestras sin vocación que paraban, científicos que tenían que ir a lavar los platos, violencia.
El virus producía una fiebre irrefrenable de consumo del primer mundo. Auto importado, casa para la revista Caras, bilingüismo de uniforme al tono, título binacional. “M’Hijo el dotor”, se transformó en cientos de miles de dólares a los bolsillos de empresas privadas que vendían símbolos de status.
Con estupor observo a la clase media llena de miedos desertando del guardapolvo blanco, eligiendo "la seguridad" de la escuela privada.
Para este sujeto, en el que el barrio dejó secuelas, por un lado hay escuelas que tratan a la educación como el bien más preciado de la sociedad y por el otro emprendimientos económicos, negocios, comercios, que maximizan ingresos y minimizan costos, que utilizan el marketing para conseguir clientes y que tienen como objetivo el beneficio económico de sus dueños.
El estado de la educación argentina refleja el estado de la sociedad argentina.
La crisis educativa, no es de la escuela pública, es la crisis de nuestros valores, de nuestras inseguridades. De nuestros miedos.
El ser humano no es lo que consume.
Es mucho, muchísimo más.
*Economista, emprendedor, tenista y político.