28/03/2024

"KIRCHNER INVENTÓ UNA TERCERA POSICIÓN ANTE LOS MEDIOS QUE ES ALGO QUE ESTÁ ENTRE LA CONFERENCIA DE PRENSA Y EL OFF DE RECCORD"

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En las siguientes páginas, el director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Argentina, FLACSO, recorre y analiza la relación entre los medios, la opinión pública y la educación sin obviar la importancia de las nuevas tecnologías como forma temprana de socialización. La política no está exenta del debate e ingresa sin pedir permiso desde la primera pregunta. El gobierno de Kirchner y su importancia como transformador de un nuevo tipo de mensaje y las pujas entre poder mediático y poder político. Luis Alberto Quevedo se sienta, ceba un mate y empieza la entrevista.LG ¿Cómo crees que es la relación de la política con los medios y con la televisión en particular, y además de este gobierno, para ser más específico, con el periodismo en general?
LAQ: “En el mundo académico y en el político también venimos discutiendo estas cuestiones desde hace 20 años aproximadamente. Cuando a principios de los ´90 se comenzó a utilizar el término, la videopolítica, que es un vocablo inventado por Sartori (se refiere al escritor italiano Giovanni Sartori, nacido en 1923 quien define al término como un reflejo o un espejo del videopoder más general que es el poder de la imagen) quien lo utilizó en uno de sus artículos y que luego recuperó en su obra “Homo Videns” reconociendo su invención. Sin embargo, su invención no disparó todo lo que realmente sucedió después que fue un debate sobre que la televisión o los medios, más tarde, también internet, formaban parte de un nuevo escenario de la política. De hecho, lo que decíamos en los años ´90, era que había habido un cambio, un desplazamiento del escenario clásico de la política, que es la calle, el comité, la plaza, la unidad básica o el lugar donde se solía hacer política, hacia los medios de comunicación como un lugar privilegiado donde el ciudadano se vincula con la política, conoce a sus protagonistas, se entera de los temas, produce agenda e interpreta a los políticos a través de gestos y pequeñas referencias. Eso fue a comienzos de los ´90. ¿Qué pasó después, además del tiempo? Te diría que a 15 años, hubo varios cambios: esto no solo significó que los políticos ingresaran en los medios sino también que los medios, cada vez más, hacen política. ¿Por qué? Sobretodo por lo que significó la privatización de los medios en la década de los ´90 y hasta ahora y que es que los medios se transformaron en empresas muy poderosas, concentradas y transnacionalizadas y para todo esto requieren hacer política. Entonces, los medios no son sólo el escenario de la política, el lugar donde transcurre la política, sino también actores de la misma. Esto comenzó a observarse claramente en 1995/1996, durante el menemismo. Los medios fueron dándose cuenta que la alianza con el poder político era, para ellos, una cuestión económica, o por lo menos, en primer término económica. Por eso, hay casos que intentan leerse como ideológicos como el de Daniel Hadad, empresario creado en los ´90 por el gobierno de Menem, pero que él mismo se mostró, muy poco tiempo después, como un empresario que hace negocios con el gobierno que corresponda, no tiene detrás un tema ideológico. Ese sería otro cambio. El tercer cambio que se consolidó sobre el final de la década pasada fue que también los políticos ingresan a los medios bajo la forma de “tener medios”. Si analizas algunas realidades provinciales o de ciudades del interior, encontrás personas dueñas del canal local, de la señal de la distribuidora de cable, de la radio FM, de un diario local y además es el intendente o el gobernador de una provincia. En síntesis, hay un avance de los medios sobre la política y también de la política sobre los medios en medio de una lucha y una negociación muy tensa”.

¿Sería una lucha por la opinión pública que no tendría voz más allá de los medios de comunicación masiva?
“Sí. Una lucha por la opinión de lo que el ciudadano común y corriente cree de la política e imagina y la procesa. Buscan incidir en todo ese proceso e influir. Fijate el caso de la valija de Antonini Wilson y todo lo que lo rodea, tiene una fortísima construcción mediática, mucho más que política o judicial. Llegan periodistas de Venezuela, se envía periodistas a Miami, tienen reconstrucción de lo que es el juicio en Miami, se han hecho especulaciones de todo tipo sobre el destino del dinero, etc. Es una escena mediática que incide mucho en la política haciendo un gran daño al gobierno quien tiene, en estos casos, una estrategia ligada al silencio que tiene sus pro y sus contra. Con el silencio desactivas un poco la escena pública pero también pagas el costo de que son otros los que hablan y vos no hablas. La segunda cuestión que vos decías: una cosa es incidir sobre la escena pública, incluso formando agenda que es la tradicional función que se le admite a los medios, pero también está la cuestión de cómo se construye la política en el sentido más clásico del término. Te doy un ejemplo brutal: en las últimas elecciones del mes de octubre, Joaquín Morales Solá, desde el diario La Nación, intentó formar una coalición opositora: dijo como era o debería ser, la fundamentó, quienes se tenían que unir, la propició y dio las razones de por qué era la única manera de enfrentar al gobierno de Kirchner. O sea, también intervención política en el sentido más clásico, no solo de opinión pública, y los partidos políticos, en general, se dan cuenta que su único destino es estar en los medios. Patricia Bullrich viaja a Miami por el caso Antonini Wilson, pero sino se hace la cobertura mediática de su viaje, no tiene sentido el mismo. Se ha profundizado esa dependencia de los políticos sobre los medios”.

Tal vez sea una cuestión de ahorro ya que cada vez viajan menos periodistas a cualquier lugar del mundo. Además, ¿uno sospecha de quién banca estos costos no?
“Exactamente. ¿Cuál es la acción de la oposición? La única que le queda es esa. Con respecto al gobierno –y hablo de Néstor Kirchner porque Cristina recién empieza-, tuvo una relación con los medios muy particular y distinta a todos los otros. Kirchner desactivó algunas cuestiones que a los medios les encanta como hacer conferencias de prensa, que se exponga o que vaya a los canales de televisión. Eso no existió en su gobierno y desactivó esa idea de diálogo permanente con los medios como lo hacía Menem que conocía por su nombre de pila a periodistas que se encontraba en la casa de gobierno. Los medios necesitan conflicto y necesitan agenda y, en este país, hay, todos los días, decenas de programas políticos (la mañana en la radio es prácticamente política) y horas en la tele que, fueron desactivándose, porque no había material, y están los diarios y los sitios de internet. Todo eso, hay que llenarlo y el gobierno le cierra la fuente, el chorro de información y de debate. A los medios, para ganar más dinero y vender más, les convendría que se produzcan polémicas, que el gobierno, y sus principales ministros o la propia Cristina, atacase a la oposición y Néstor Kirchner desactivó esto y creo escenas nuevas: la Casa de gobierno en donde él habla –no es una conferencia de prensa- y los periodistas deben atender. Trasladó la mirada a que si hay una entrega de guardapolvos en la Casa Rosada, o se inauguran tres kilómetros de calle en La Matanza, él hablará del FMI o hablará de la oposición o del diario La Nación. Ese es un corrimiento de la escena pero con una lógica comandada por él. Su principal estrategia de su gobierno, en materia comunicacional, fue correr el escenario de la prensa y mediático, a la cancha que él quiere. Les copó la escena mediática y eso molestó muchísimo a los medios.”

¿No crees que también exista un temor al periodismo, que no se acepta la repregunta y que no admite este gobierno una relación con el periodismo independiente, si es que existe algo así y que no dependa de intereses que ellos no puedan gobernar? Se me ocurre el caso Pepe Eliaschev en radio Nacional o Jorge Lanata sin posibilidad de hacer tv…
“Son cosas distintas. A Kirchner y no… No le gusta ninguna repregunta porque no te acepta un diálogo excepto en las tres entrevistas que dio (light, interrumpe este humilde periodista). Sí, y muy pactadas. Esto lo contó Mario Wainfeld (periodista de Página 12) hace poco quien dijo que Kirchner inventó una tercera posición ante los medios que es algo que está entre la conferencia de prensa y el off de reccord, y que es charlar con un periodista sin que éste pueda citar la fuente. O sea, él inventó otra cosa que es: el periodista va al despacho del presidente, le dan una nota pero en off sin grabar y sin citar las fuentes. Es raro, es un diálogo más abierto pero sin poder sacar fotos ni grabar ni escribir la fuente aunque sí decir que el presidente dejó trascender tal cosa o tal otra. Lo hace porque a Néstor le importan las escenas controladas. Volviendo con lo que planteabas de Eliaschev y Lanata, te diría que el primero construyó la imagen del eterno perseguido, le gusta esa idea de que a él lo atacan cuando en realidad es mucho más una construcción personal pues no se trata de un periodista de una trascendencia nacional o internacional, que digas: “acá hay un tipo que están silenciando que es como Larry King”. El caso de Lanata se da una complicidad con las empresas ya que él es un multimedios en sí mismoy tiene un programa de radio todos los días en radio Del Plata, tiene un espacio en Perfil, edita libros, tiene su sitio web… Nadie puede decir que Lanata es un hombre silenciado en este país, cierto es que no tiene un programa en televisión a las 21 horas, en el prime time, pero es una parte de un escenario de negociaciones entre gobierno y las empresas no dicho, no aclarado ni explicitado, pero donde las empresas le descomprimen el espacio mediático al gobierno quien prefiere que este allí Luis Majul quien no le hace daño a nadie ni es capaz de producir un hecho político”.

Adonde quería llegar es que quizá más influyente que un periodista sea un conductor de televisión caso Marcelo Tinelli y allí se observa que el trato hacia la política y hacia este gobierno es distinto a otros presidentes.
“Mucho hizo De la Rúa para que lo ridiculizaran de esa forma pero el ex presidente de la Alianza llegó a decir que a él lo tiró Tinelli quien fue parte de un complot de derrocamiento. Hay una parte que es lo que observa la cámara y otra que es que él decidió ir a ese programa y nadie lo obligó. A veces se les atribuye poderes a la televisión y a sus conductores que, en realidad, los hechos políticos los producen los protagonistas. Es difícil la exposición mediática”.

Tal vez y en referencia a la importancia de parecer y no de ser, de un político en los medios, ¿será que la gente vota como si votase en Gran Hermano?
“Las motivaciones del voto son muchas y es difícil decir que una razón es la principal. Lo cierto es que hay una motivación que está en baja constante y es la del voto ideológico y/o tradicional puroque estará en el orden de un 10 o 15%. Es el voto de “soy peronista y voto siempre a peronistas” que está en declive. Hay un voto pragmático, de un ciudadano que calcula, mira, observa y no le importan las ideologías, es transversal ya que puede votar a Macri en Capital y a Cristina para presidenta. Hay un voto bronca, un voto castigo que es muy fuerte, sobre todo, en la Capital Federal que castiga al peronismo en general, y al kirchnerismo en particular”.

¿Por qué será?
“Creo que porque hay culturas políticas que tienen signos distintos. Si analizas lo que sucede en las provincias también hay un voto castigo pero también un voto fidelidad. En cambio, las grandes ciudades, son más críticas como Rosario que ha votado al socialismo porque lo premia por su gestión, pero también podría votar a otro partido. No creo que los rosarinos se volvieron socialistas y admiradores de Juan B. Justo o de Alfredo Palacios. Rosario es una ciudad que desconfía inmensamente de la política, pues se descree de las instituciones más que en ningún lado, excepto en la Capital Federal. Acá también, en Buenos Aires, se vota mirando a lo nacional. Estuve trabajando en la campaña de Daniel Filmus en las últimas elecciones para jefe de gobierno, y mucha gente tiene una excelente imagen de él pero como forma parte del gobierno, no lo vota. A pesar de que se lo consideraba por mucha gente como un tipo capaz e inteligente no lo votaron para castigar al gobierno. El porteño es un ciudadano que tiene una mirada sobre la política global.”

¿Cómo analizas las últimas campañas políticas respecto al impacto en la opinión pública?
“Los debates políticos de las últimas campañas han sido pobres desde el punto de vista conceptual, del discurso. En los ´80 existía un discurso más complejo en cuánto a argumentación. Mauricio Macri ganó con más del 60% de los votos con un discurso muy chato casi despolitizado, o casi antipolítico. Pero el que más hizo eso fue Jorge Telerman, en la Capital, pues cerró un debate diciendo algo así como yo tengo amor a Buenos Aires y hago todo por ella y por ustedes, y no piensen una elección políticamente. Fue un discurso romántico; dijo, textualmente: piensen la elección desde el corazón. Macri, a su vez, tuvo un discurso antipolítico pero técnico diciendo que tenía equipos, que conocía y había estudiado la ciudad y que sabía cómo se solucionaban los problemas del bache, la basura y la inseguridad. Queda poco espacio para los discursos ideológicos, de conceptos o hacia dónde va el país o mirar el mundo y de posicionarse frente al pasado. Observo discursos pragmáticos, locales y antipolíticos como el caso de Elisa Carrió; y también es cierto que el escenario de los debates se ha achicado mucho, no solo en la TV sino en general”.

¿Tendrá esto que ver con aquello que mencionaste en el comienzo de la entrevista: “la videopolítica”?
“Sí pero sobre todo con el achicamiento del escenario ideológico en el mundo. No solo es un fenómeno argentino. Existe una retracción mundial hacia el escenario político ideológico. Por eso Hugo Chávez molesta tanto también, no sólo porque sea antiyanqui, sino porque es un tipo del siglo XX con una política ideológica que hace referencia al imperio, al socialismo y de las fuerzas ideológicas en un sentido más clásico en un mundo que lo ha desdibujado”.

¿Alguna publicidad que recuerdes de estas últimas campañas que haya triunfado en su objetivo como mensaje?
“Desde el punto de vista de la publicidad política fue una campaña pobre pero rescato algunas de las piezas comunicacionales que hizo Cristina, que se vieron pocas, en las que se trató de contar una historia como fue el caso de Dolores Argentina. La idea de crear una publicidad que cuente una historia política y te saque del lugar común de vender un producto que es el candidato como si fuese un termo. Esa publicidad rompe con el tipo de comercial que intentó De la Rúa y la Alianza en 1999 que fue una publicidad puramente publicitaria. Desde el punto de vista del efecto publicitario me inclino por elegir la de Francisco De Narváez con los tomates quien tuvo cierto timming político y de capacidad de respuesta. Hizo publicidades fuertes y atractivas y con gran impacto visual y del lenguaje publicitario con mensaje político, hablando de la agenda, de la inseguridad. Y no le fue mal. Faltaron cuestiones clásicas de la publicidad argentina y política como el humor y poca respuesta de una propaganda a otra, como fue Menem y Angeloz en 1999.

¿No le copiaron mucho a Macri con su exitosa campaña? Se me ocurre la campaña de Carrió basada en aspectos como la gestión, en propuestas y en slogan muy Pro…
“No. No lo veo así. Macri aprovechó un consenso anti K y creo que la ciudad decidió dejar de lado gestiones que venían del progresismo y elegir a alguien más duro. La ciudad demanda orden en todo, tránsito, seguridad, cortes. Orden y eso lo encarna la derecha. Macri dijo cosas como que la inseguridad se resuelve con inclusión social que hace cuatro años no lo dijo. Igual, la gente no le cree eso y el porteño lo entiende, porque, en el fondo, quiere eso que Macri no dice”.

Hablamos de la opinión pública y de los medios, faltaría tocar el otro gran vértice de este triángulo imaginario llamado sociedad: la educación. ¿Qué rol debería cumplir o cómo se tendría que ubicar la educación con respecto a los medios para llamar la atención de la opinión pública?
“Como sistema educativo, como escuela está el problema que los chicos se socializan en los medios, y ahora, en internet. Acabamos de terminar una investigación que muestra que el 52% de los argentinos navegaron o navegan en Internet. Es una encuesta nacional que salió en Clarín hace una semana y tituló la nota como que el 48% nunca ingresó en Internet aunque yo, Quevedo, diga que hay que ver la copa media llena y no la vacía. Pero yo digo, si a 12 años de Internet, este nivel y cantidad de personas, utilizó Internet, es impresionante. Le dije al periodista de Clarín, vos te preguntaste ¿por qué no ingresó la gente a internet? ¿Cuál es la primera condición para ingresar? ¡Luz eléctrica! ¡Acceso! ¡Cable Modem! Ayer terminamos una investigación sobre conectividad rural en el norte argentino: existen importantes conos de sombra que son lugares donde hay señal, ejemplo Catamarca está a oscuras. ¿Y cómo va a ingresar esta gente a Internet? ¡No tienen la menor posibilidad! ¿Por qué los culpas a ellos? Entonces, ese 48% es muy complicado que ingrese a Internet, no tienen luz ni agua. Y Clarín dice: “no ingresaron a Internet y se quedan fuera de la sociedad del conocimiento”. ¡Dejate de jorobar! Esto es un giro gráfico pero también hicimos estudios culturales: mi mamá nunca ingresó a Internet pero ella tiene 75 años y no lo hizo porque vivió toda su vida en otra cultura, no imagina lo que es esto (señala a una computadora que descansa a la derecha de su escritorio). Ella vive en Almagro, no es una cuestión económica, y dicen que el 48% no entro a Internet. ¿Cómo no me voy a enojar? En realidad, la educación debe entenderse en este contexto, pues, otro dato de nuestra investigación, es que el 82% de los pibes ingresó a Internet. Es otra historia cómo y qué hacen con la web pero ellos la tienen en la cabeza y piensan desde Internet. La escuela tiene un grave problema y es que recibe pibes del siglo XXI con una estructura, planes y pedagogía del siglo XIX. Pero los chicos vienen formateados con la Internet y no son solo los de la capital sino todos. En Formosa no hay luz, están alejados de todo, pero tienen teléfonos celulares a pesar de ello. Cargan las baterías en pueblos que quedan a 50 kilómetros y chatean entre ellos. Ellos también se socializan en las nuevas tecnologías y la escuela debe pegar ese salto y adaptarse a estos tiempos que corren”.

La charla continúa y podría continuar infinitamente. Hablamos de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires en donde Quevedo fue casi “socio fundador” y la dirigió durante varios años hasta 1997. Unos años después ingresé repleto de sueños y esperanzas pero, años después, egresé con más frustraciones que alegrías. “Es una carrera que no tiene un plan, que no sabe adonde va, igual no puedo decirte mucho más porque desde aquel año que la abandoné nunca más me llamaron”. Quevedo es excluido por pertenecer al gran universo de los medios de comunicación de masas o haber podido triunfar, algo que la, hoy por mí, anhelada (y sí, somos un mar de contradicciones), facultad de comunicación no permite y lo considera una traición: el claustro universitario es algo superior y los medios, lo vulgar. FLACSO cierra sus puertas, termina su año lectivo, es hora de concluir la nota. Una foto para la revista, un comentario sobre mi reluciente grabador digital y hasta un próximo encuentro. Señoras y señores, Luis Alberto Quevedo, profesor, sociólogo, estudioso de ese nebuloso concepto llamado “opinión pública”, amante de la televisión y, por sobre todas las cosas, un pensador.  

 * Lic Cs Comunicación UBA (Redacción Alerta Militante)

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